En una isla en medio del océano Ártico hay un almacén enterrado en el hielo que conserva más de 860.000 muestras de semillas: el banco de semillas de Svalbard. Los periodistas lo llaman a menudo «La bóveda del juicio final», y nos cuentan que en el caso de una hecatombe mundial podría servir para recuperar la vegetación del planeta. Sin embargo, su principal objetivo es conservar la diversidad genética los cultivos, pues esta diversidad se está perdiendo rápidamente por razones mucho más mundanas que una catástrofe planetaria.
El banco de semillas de Svalbard (Global Seed Vault en inglés) está formado por tres cámaras excavadas a 150 metros bajo tierra en una isla noruega cercana al Polo Norte. Tiene capacidad para almacenar 2500 millones de semillas, aunque actualmente sólo contiene 860.000 muestras con una media de 500 semillas por muestra, pertenecientes a 4000 especies diferentes. Estas semillas pertenecen a diversas instituciones de ciencias agrarias o ecología de muchos países del mundo, y el equipo noruego que trabaja en Svalbard sólo se encarga de mantenerlas en condiciones óptimas de conservación: en cajas de aluminio estancas, a -18 ºC de temperatura y baja humedad ambiental.
El banco de semillas fue construido en la isla Spitsbvergen por varios motivos. En primer lugar, por razones políticas: está en una región poco conflictiva y en un país con estabilidad económica. Por otra parte, las características geográficas y climáticas son las idóneas, pues es poco probable que sucedan terremotos u otras catástrofes naturales, y el frío y la sequedad del ambiente ayudan a conservar las semillas. En la década de los 80, cuando se empezó a pensar en el proyecto, se hicieron varias pruebas en túneles mineros abandonados de la isla y se comprobó que si el suministro eléctrico fallara, el permafrost conservaría la temperatura de las cámaras siempre por debajo de los -6 ºC. Además, la isla dispone de un aeropuerto con vuelos regulares, por lo que es un lugar remoto pero a la vez accesible.
Causas de la pérdida de biodiversidad
Cuando se inauguró en el año 2008 muchas noticias lo describieron como una cámara acorazada capaz de resistir todo tipo de desastres: actividad volcánica, terremotos, radiación, desastre nuclear, crecida del nivel del mar… Pero no hacen falta estas catástrofes a nivel planetario sacadas de guiones de Hollywood para que disminuya la diversidad vegetal en el mundo. El objetivo de esta instalación es evitar que se pierdan variedades de cultivos con características únicas que podrían ser muy útiles en el futuro, como la resistencia a las plagas o a la sequía.
Muchas de las variedades tradicionales dejan de utilizarse porque son sustituidas por otras variedades comerciales más productivas. También es posible que una plaga o una epidemia acabe con cultivos que sólo se encuentran en áreas geográficas pequeñas. Y aunque hay muchas instituciones y ONG que trabajan a nivel local para intentar salvar y reunir toda esta diversidad, a veces los bancos de semillas son destruidos. Esto ocurrió por ejemplo en Afganistán a causa de la guerra, en el Sinaí por vandalismo o en Filipinas, donde el banco nacional de semillas se perdió en un incendio. Y el banco de semillas de Svalbard ofrece conservar «una copia de seguridad» para recuperar las plantas después de estos pequeños desastres.
De entre todas las especies de plantas almacenadas, las más abundantes son el trigo (con 160.000 muestras) y el arroz (con 150.000 muestras). Algunos cultivos no se pueden mantener en Svalbard, como por ejemplo las bananas, las manzanas y los tubérculos, pues necesitan condiciones de almacenamiento diferentes. Todos los países han contribuido enviando semillas excepto Japón, China e India. Los encargados de gestionar el inventario, que está disponible a todo el que lo quiera consultar, calculan que la colección cubre la mitad de la biodiversidad de cultivos de todo el mundo, y además también almacenan semillas de muchas especies silvestres.
A diferencia de los bancos de semillas tradicionales, las semillas almacenadas en Svalbard nunca se sacan del almacén para comprobar su estado de conservación, pues los costes serían muy altos. De hecho, las puertas de Svalbard sólo se abren tres o cuatro veces al año para permitir la entrada de nuevas muestras. En los bancos de semillas que trabajan a nivel local se comprueba periódicamente la viabilidad de las semillas haciendo germinar unas pocas, y si empiezan a perder propiedades se siembran para obtener semillas nuevas de la siguiente generación. Sin embargo, el banco de Svalbard no tiene este propósito, sino que está pensado como un repositorio genético final y permanente. Por lo tanto, es posible que en unas décadas la mayoría de las semillas que contiene el almacén ya no se mantengan vivas.
¿Cuánto tiempo puede vivir una semilla?
Las semillas se forman a partir del óvulo de las plantas. Están formadas por un embrión, que dará lugar a una plántula, y por una fuente de alimento almacenado que ayudará a su crecimiento durante los primeros días. Además, las semillas están protegidas por una o varias cubiertas que las aíslan del exterior.
Para evitar que las plántulas empiecen a crecer cuando las condiciones ambientales no son las adecuadas, muchas semillas entran en dormición. Se trata de un estado de latencia durante el cual el embrión se mantiene vivo pero inactivo. Dependiendo de la especie de planta o la variedad, el estado de dormición durará más o menos tiempo, desde unos pocos meses hasta muchos años. El estímulo que hace que la semilla salga del estado de dormición también es variable, aunque en general depende de la temperatura, la humedad o la luz.
Se ha comprobado que muchas semillas se pueden mantener vivas durante 50 años si se conservan en condiciones óptimas. Pero hay casos extremos. Por ejemplo, la semilla viva más antigua que se ha encontrado fue una palmera datilera que germinó después de pasar 2000 años dentro de una tumba en Israel.
No se sabe cuánto durarán las semillas del banco de Svalbard ni si las tendremos que utilizar alguna vez. También hay muchos interrogantes sobre cuánto durará el proyecto y la financiación para conservarlo. Lo único que sabemos es que en una cueva debajo del hielo hay almacenadas millones de semillas de miles de variedades de plantas. Y es posible que en unas décadas algunas de esas variedades se hayan dejado de cultivar y sólo sobrevivan en Svalbard.
Fuente: Investigación y Ciencia
Juan un paraiso para ti