Llegamos a noviembre, el penúltimo mes del año. El nombre de este mes deriva de Novem, nueve en latín, por haber sido el noveno mes del año en el calendario romano antiguo. Sin embargo, al intercalarse dos meses más tarde en el calendario, este mes noveno ha acabado siendo el undécimo de nuestro calendario gregoriano.
En noviembre los días tienen unas 10 horas de luz en nuestras latitudes, por lo que disponemos de unas 14 horas diarias para observar el cielo nocturno.
El novilunio sucederá el miércoles 11 en Libra, mientras que la Luna llena tendrá lugar el miércoles 25 en Tauro. En algunas culturas, la luna llena de noviembre se llama Luna del Castor, por acaecer en un momento que es favorable para la caza de estos roedores; en otros lugares recibe el nombre de Luna Escarchada. Nuestro satélite alcanzará su punto máximo de separación de la Tierra (apogeo) el día 7 y pasará por el más cercano (perigeo) el día 23.
Seguimos en un periodo excelente para observar los planetas. Un auténtico espectáculo tendrá lugar cada día del mes por el Este-Sudeste, entre las constelaciones de Leo y Virgo, desde un par de horas antes de la salida del Sol. Conviene realizar la observación entre las 6.30 y las 7.30 de la mañana. A principio de mes, Júpiter, Marte y Venus formarán una línea recta con la brillante estrella Régulo. Júpiter será el más alto de los tres planetas, mientras que Venus y Marte aparecerán muy juntos. Hay que tener en cuenta que Venus es el más brillante de los tres, unas doscientas veces más brillante que el rojizo Marte.
El día 7, el fino filo de la Luna menguante se situará muy próximo a la pareja de Venus y Marte. Según avance el mes, los dos vecinos de la Tierra irán separándose paulatinamente, con Venus perdiendo un poco de elevación cada día. Mercurio tan solo será visible, con dificultad, los primeros días del mes, muy bajo sobre el horizonte Este, en línea recta con los otros planetas; desaparecerá hacia el día 5 y no volverá a ser visible hasta diciembre, cuando reaparecerá en el crepúsculo. Saturno será visible al anochecer en la constelación de Escorpio, durante menos de una hora, muy bajo sobre el horizonte Oeste, y solo los primeros días del mes.
En noviembre tienen lugar dos lluvias de meteoros: las Táuridas y las Leónidas. Las Taúridas son pequeños fragmentos del Encke, uno de los cometas brillantes de periodo más corto, pues tan solo tarda unos 3 años en completar su órbita alrededor del Sol. El máximo de actividad de esta lluvia será el día 4 de noviembre, durante el cuarto menguante.
Las Leónidas, están originadas por el Tempel-Tuttle, un cometa de 33 años de periodo que posee un núcleo de unos 2 kilómetros de tamaño. Como su nombre indica, las Leónidas tienen su radiante en la constelación de Leo. Son meteoros muy brillantes y extremadamente rápidos, pues alcanzan velocidades de unos 250.000 kilómetros por hora. Sin embargo, la de las Leónidas es una lluvia que varía mucho de un año a otro.
Resulta particularmente activa en los años en que el Tempel-Tuttle pasa cerca del Sol (por el perihelio). Por eso, el periodo de 33 años del cometa se traslada en un periodo de 33 años en la actividad de esta lluvia de estrellas. Un par de años antes y después del paso por el perihelio de este cometa, las Leónidas presentan un gran número de meteoros y puede llegar a ser la lluvia de estrellas más espectacular entre todas las que tienen lugar a lo largo del año. De hecho, la observación de las Leónidas en el siglo XIX, en particular en el año 1833, tuvo un gran impacto en el estudio de los meteoros (que hasta entonces se consideraban fenómenos atmosféricos).
Habrá que esperar al próximo paso del perihelio del Tempel-Tuttle, en el año 2031, para ver un gran espectáculo. Por el momento, para este año se prevén unos 20 meteoros por hora como máximo. La mayor actividad de las Leónidas tendrá lugar el día 17 de noviembre, cuando la luna estará en fase de cuarto creciente, por lo que resultará interesante realizar la observación de las estrellas fugaces ese mismo día, o incluso en los dos o tres días anteriores. Para la observación de las Leónidas basta con situarse en un paraje oscuro, protegido de la contaminación lumínica, y no limitarse a la constelación de Leo, sino vigilar la mayor parte posible de la bóveda celeste.
Fuente: El Mundo *Rafael Bachiller es astrónomo y director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN)
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Se puede ir con niños???donde esta