Elaborar modelos para el estudio del clima y estudiar mejor la transferencia de CO2 de la atmósfera a los océanos y los ecosistemas terrestres, son los objetivos científicos del proyecto C-CASCADES de la UE. Dentro de sus objetivos formativos, este proyecto sacó a concurso, el 1 de enero, 15 plazas para formar a jóvenes científicos posdoctorales en el cambio climático. Pero no será una formación cualquiera. C-CASCADES pretende ser un ambicioso programa científico-técnico para dotar con las mejores herramientas y un enfoque multidisciplinar a estos jóvenes investigadores para que combatan el cambio climático, uno de los mayores retos que tendrá que abordar la humanidad en este siglo XXI.
Ésos serán los objetivos clave de este proyecto financiado por la UE y en el que están implicadas nueve universidades europeas de Bélgica, Suiza, Alemania, Francia, Reino Unido y Suecia, tres empresas (una pyme alemana, una empresa holandesa de ámbito nacional y una multinacional francesa, Veolia) y un organismo internacional, el Global Carbon Project, con sede en Australia, un único tentáculo del proyecto que se sale de Europa.
Ecosistemas marinos y terrestres
“Los océanos no sólo toman el calor de la atmósfera, también lo hace el CO2, aproximadamente un cuarto de lo emitido por el ser humano, de modo que su acción es elemental para mantener un equilibrio climático en la Tierra”, resalta el coordinador del C-CASCADES y científico de la Universidad Libre de Bruselas, Pierre Regnier.
Y lo mismo sucede con los ecosistemas terrestres, es decir, la vegetación, los bosques, la selva: también ellos absorben una parte del CO2 emitido por la actividad humana. “Sin embargo”, argumenta el científico belga, “es cierto que no conocemos muy bien la eficiencia del sistema terrestre en el ciclo del carbón, en la absorción de CO2. No sabemos si toda la cantidad de dióxido de carbono se queda en él por mucho tiempo, se filtra al subsuelo y llega así a los océanos o si, con el tiempo, hay una parte del CO2 captado que se libera y vuelve a la atmosfera. Éste es otro de los temas principales que abordará también este proyecto”, anuncia.
Hacia el científico climático total
En la propia redacción del proyecto, financiado por el plan científico de la Unión Europea Horizonte 2020, se argumenta de forma contundente que hay un amplio margen «para mejorar el enfoque a la hora de abordar el cambio climático: trabajo de laboratorio, desarrollo tecnológico, elaborar modelos del sistema terrestre…”
El plan añade que, sin embargo, los actuales programas que estudian los sistemas terrestres están sobre todo liderados por departamentos que se dedican a una sola disciplina y con un enfoque sólo en investigación de laboratorio, «por lo que no pueden emprender un enfoque interdisciplinar basado en el desarrollo de diversas competencias y habilidades con la que deberá estar dotada la siguiente generación de jóvenes científicos que se necesita para afrontar el complejo asunto medioambiental del siglo XXI”.
Este engranaje público-privado, transnacional y con escalas diferentes (desde una universidad en Reino Unido, hasta un organismo internacional pasando por empresas pequeñas o globales) es, para Regnier, uno de los mayores atractivos de este proyecto de cara a los futuros investigadores que se formen en él.
El objetivo es que los jóvenes científicos posdoctorales seleccionados tengan movilidad por toda Europa, en los centros que participan en el proyecto y en los que se vayan sumando, para que adquieran habilidades y competencias exclusivas y pluridisciplinares. “Hay que ensanchar las fronteras entre las disciplinas a la hora de investigar sobre el cambio climático”, asegura Regnier. “Por eso buscamos a científicos o ingenieros interesados en la interdisciplinariedad científica», añade. La mitad del proyecto está pensando para trabajar sobre realización de modelos y, por eso, se pedirá que los aspirantes tengan fuertes habilidades matemáticas e informáticas porque esos modelos se hacen con esas herramientas.
“Nuestro objetivo es usar un amplio rango de modelos estadísticos y mecánicos para estudiar el clima”, apunta Regnier. Hasta ahora, abunda, los modelos se han hecho a una escala reducida. “Uno de los aspectos novedosos de este proyecto es que busca elaborar un modelo a escala global”, explica Regnier, que también es uno de los responsables del grupo Biogeoquímica y Modelización del Sistema Tierra en la Universidad de Bruselas. Esos modelos se emplearán para hacer proyecciones cada vez más complejas y completas en datos hasta 2100.
Fuente: Materia