La Cabrera

El municipio de La Cabrera está enclavado al pie de la Sierra del mismo nombre, catalogada como «Paisaje Singular», con relación a sus peculiares formaciones graníticas. El granito presenta aquí toda una muestra de formas particulares: cresterías, pedrizas, collados, tors, domos, etc.

Se sabe que esta localidad estaba situada en Tierra de Nadie durante la ocupación musulmana, por lo que se encontraba despoblada durante aquella época, y no comenzará su establecimiento como población hasta la Reconquista. Más tarde pertenecería al Señorío de Buitrago hasta el año 1833, donde pasará a formar parte de la provincia de Madrid. Gracias a su localización y a la ganadería y la agricultura como su principal motor económico, La Cabrera siempre ha sido una importante ruta de comunicación.

A la importancia del entorno geológico y arqueológico se suma el valioso entorno cultural con distintos elementos de interés. De todos ellos, el Convento de San Antonio es considerado como una joya del patrimonio de la Sierra Norte. Se trata de un antiguo cenobio benedictino del siglo XI, posteriormente convertido en convento franciscano (s. XIV). En el denominado “Cancho Gordo”, por encima del Convento de San Antonio se han localizado restos neolíticos de la Edad de Piedra, como puntas de flecha, raederas, etc.

Próximo también al Convento de San Antonio, se localiza el “Cerro de la Cabeza”, donde se han encontrado restos de un antiguo poblado muy probablemente celtíbero de origen carpetano. Y, por último, una Necrópolis Cristiano Medieval “La Tumba del Moro”, localizada próxima al Cerro de La Cabeza

Entre su flora predominan árboles y matorrales de la ladera sur de la sierra, como jarales, melojos, encinas, chopos o sauces.

Qué visitar

Convento de San Antonio: edificio románico ubicado en la falda del Cancho Gordo, a unos 2 km del casco urbano. Varias rutas naturalistas pasan a sus pies.

Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción: se encuentra dentro del régimen de protección previsto para los bienes susceptibles de ser incluidos en el Inventario de Bienes Culturales de Madrid, de acuerdo con lo especificado en el apartado a/ de la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio de Patrimonio Histórico Español.1 Ubicada en la céntrica plaza de la Concordia, dispone de una nave central, una sacristía, y una torre campanario con reloj. Alberga imágenes de la Purísima Concepción, San Antonio y San Lucas. En el altar mayor se encuentra un Cristo y una imagen de Nuestra Señora del Carmen. La nave principal hasta el arco de piedra data del siglo XVI, el presbiterio del siglo XVIII y la sacristía de la época de la posguerra. Está levantada íntegramente en granito de la zona y guarda similitud con otras iglesias de la Sierra Norte.

Potro de herrar: ubicado en la calle Carlos Jiménez Díaz, es propiedad del Ayuntamiento de La Cabrera. Se usaba para inmovilizar caballerías al herrarlas o realizarles curas con comodidad y sin riesgos.

Tumba del moro: una pequeña necrópolis visigótica vinculada a un asentamiento del siglo VII. Contiene diez sepulturas, nueve de ellas fosas simples y otra de perfil antropomorfo.

Entre las cumbres del Cancho de la Cabeza, se encuentran los restos del Castro de la Cabeza, que se extiende cuesta abajo, a través de terrazas. Era un poblado ibérico-carpetano.

El jardín botánico Villa San Roque, donde se muestra la vegetación típica de la zona y se ayuda a conocer la flora y la fauna asociada.

Gastronomía

La gastronomia actual que podenos encontrar en La Cabrera es muy variada, desde los asados y los platos de cuchara tradicionales de la Sierra pasando por la pasta y la pizza, hasta los kebab ya no tan tradicionales de la zona.

Historia

En el Cerro de La Cabeza se encuentra el primer asentamiento humano; los restos arqueológicos existente pertenecen a pequeñas casas de planta circular con una muralla perimetral de origen visigodo de la segunda mitad del siglo V, de características similares a otros de la zona por su carácter defensivo y su economía agrícola y ganadera. De igual modo en las proximidades del municipio, en la carretera a Valdemanco existe una necrópolis paoleocristiana o visigoda compuesta por tumbas antropomorfas excavadas en la roca granítica.

Con falta de base documental para otras teorías, La Cabrera durante la ocupación musulmana se situaba en la llamada “Tierra de Nadie” ó “Marca Media”, zonas que separaban los territorios cristianos de los islámicos motivo por el que se la consideraba despoblada durante esa época. Será por tanto durante la época de la Reconquista cuando se cite a La Cabrera como núcleo de población.

Su pertenencia al Señorío de Buitrago y la existencia del Convento de San Antonio marcarán la historia de La Cabrera.

Los señoríos eran dominios territoriales que adjudicaban los Reyes a los grandes señores que intervinieron en la Reconquista de España y que fueron suprimidos por las Cortes de Cádiz en 1811. Estos señores eran dueños absolutos del Señorío y tenían a su cargo a campesinos dedicados al cultivo de la tierra y dependientes absolutamente de su señor, quien ejercía todo el poder sobre ellos.

Será en el año 1833, cuando se haga una nueva división territorial de España, pasando los pueblos de Buitrago y su Tierra, entre ellos La Cabrera, a la provincia de Madrid.

Es así como la historia de La Cabrera se desarrolla paralela a la de Buitrago, siempre en el régimen feudal que reinaría hasta el siglo XIX; todo el territorio fue dividido en cuartos para su control jurisdiccional y fiscal, incluyéndose La Cabrera en el Cuarto de Garganta, que comprendía también los pueblos de Mangirón, Las Navas, Lozoyuela y Sieteiglesias. Debemos destacar que su economía, basada en la ganadería y la agricultura, y su ubicación, de camino de paso hacia Buitrago, convertiría a La Cabrera en una importante vía de comunicación, lo que continuaría hasta la actualidad.

Arquitectura

La Cabrera no escapa a su entorno por lo que su arquitectura tradicional coincide con las de muchos pueblos de la zona.

La construcción de las casas de esta zona siempre ha estado condicionada por el frío y las adversidades climatológicas que se dan en la sierra. Los edificios, muy compactos, se apoyan unos en otros para paliar así las bajas temperaturas. Los materiales empleados –piedra, pizarra, madera, adobe y teja curva árabe– eran fáciles de conseguir por los lugareños, pues proliferaban en los alrededores. Igualmente, eran los más adecuados para proteger el hogar, en la mayor medida posible, del frío, el viento, la lluvia y la nieve.

Los muros de las casas serranas muy gruesos y con escasos y pequeños huecos al exterior para mantener la temperatura se hacían de mampostería de piedra generalmente granito o gneis y de pizarra sin labrar y su interior se forraba de adobe.

En la base y en los ángulos solían colocarse bloques de piedra rectangulares de mayor tamaño para dar solidez a la construcción. Para levantar los forjados y la estructura se empleaban grandes vigas de madera.

La cubierta, a dos aguas y con poca pendiente, se prolongaba más allá de la planta para proteger la fachada. Se realizaba con teja curva de cerámica árabe cuyo característico tono rojo se ha ido perdiendo con el paso de los años. Éstas se encajaban y anclaban con argamasa o adobe sobre maderas que se apoyaban en las vigas que, a su vez, descansaban sobre los muros de piedra.

En lo que a la estructura de la casa se refiere, solía ser de una o dos plantas. Las viviendas que contaban con dos alturas situaban en la superior los dormitorios y un cuarto para almacenar la cosecha y los aperos de labranza, mientras que en la inferior se encontraban el portal, la sala, la cuadra y la cocina. Era en esta última estancia donde se articulaba la vida familiar y donde se encontraba la principal fuente de calor.

Para encontrar restos de esta arquitectura en La Cabrera hay que rebuscar mucho ya que el impulso urbanístico que comenzara en el pueblo en la decada del 70, cambio mucho la fisonomia tradicional del pueblo.

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